miércoles, 23 de marzo de 2016

Cuba: visita histórica y oportunidad de negocios

Malecón de La Habana. Foto: Fabiola Di Mare

Desde hace bastante tiempo no actualizaba este espacio. Parece en estos momentos desfasado seguir escribiendo en un blog, especialmente cuando hay otras aplicaciones digitales que en pocos caracteres o imágenes transmiten un caudal de información cada minuto. No obstante, el abundante flujo informativo al que somos sometidos a diario desde los medios de información bien sea en soportes tradicionales o en el ciberespacio, las redes sociales y demás herramientas 2.0, nos impiden detenernos a ordenar, sistematizar y mucho menos pensar en los aspectos que realmente deben (pre)ocuparnos. De allí mi necesidad de volver a escribir, de retomar el oficio escritural asumiéndome como lectora e intérprete de la política, relacionada ésta a los aspectos de la res o cosa pública que nos conciernen a todos los ciudadanos.  

Retomo con Cuba y la visita del presidente Barack Obama a la más grande de las Antillas, la nación que con dignidad resistió más de 50 años de bloqueo económico y financiero, pero aún con ello pudo construir y llevar adelante un modelo social propio con reconocimiento internacional, en el que la educación y la salud gozan de altos estándares.

Cuba significaba el último reducto de la Guerra Fría, en la cual las dos potencias influyentes después de la II Guerra Mundial mantuvieron una gélida tirantez, aún cuando ninguna de las dos partes haya tenido reales pretensiones de disparar un solo tiro de cañón. En 1959, en la isla irrumpió una revolución, que luego se declararía comunista, en la zona occidental mundo controlada por Estados Unidos; de allí que fue un territorio en el que se protagonizó un clima de tensión particular, con misiles nucleares incluidos.

Calle habanera. Foto: Fabiola Di Mare

Cuba fue uno de las primeras revoluciones que triunfa a partir de la lucha guerrillera, estrategia que luego sería puesta en práctica por otros movimientos populares revolucionarios del continente y del mundo (Vietnam, el Congo belga, Colombia, Bolivia) que buscarían tomar el poder o luchar por sus derechos en condiciones desiguales contra grandes ejércitos. La Cuba revolucionaria fue una bandera de dignidad que flameó durante décadas como símbolo de independencia y autodeterminación pese al feroz bloqueo económico que tantas precariedades costaron al pueblo cubano durante el periodo especial, posterior a la caída de la Unión Soviética.

Que el mundo ha cambiado lo demuestra este acercamiento histórico, anunciado sorpresivamente para los ciudadanos de a pie de Cuba y del mundo el 17 de diciembre de 2014, a través de alocuciones respectivas de ambos presidentes, Raúl Castro y Barack Obama. Ahora, con el gesto hecho por el presidente de Estados Unidos, se espera que los demás actores políticos dentro del Congreso norteamericano hagan lo propio para desmantelar el embargo económico. Estas sanciones involucran a la Ley Torricelli impuesta en 1989, durante la presidencia de George H. Bush, que abarca desde la prohibición de atraque de buques en puertos cubanos, so pena de prohibición de la entrada a Estados Unidos y sanciones hacia aquel país que comercie o ayude a Cuba en materia financiera.

Estas sanciones tienen carácter extraterritorial, que violan el derecho internacional, puesto que sanciona a empresas, incluso a empresas no estadounidenses, que se instalen o mantengan operaciones comerciales con empresas nacionalizadas por el gobierno cubano en 1959. Estas medidas abarcan, por supuesto, al sector aéreo, pues muchas compañías de transporte aéreo internacional no podían establecer conexiones con La Habana, so pena de sanciones de parte de Estados Unidos. El sector salud fue uno de los más perjudicados durante décadas, dado que la mayoría de los medicamentos son patentados por multinacionales farmacéuticas que operan en territorio norteamericano y a través de sus filiales en todo el mundo. Quizás este último aspecto posibilitó que la isla desarrollara con mucho sacrificio sus propios medicamentos y un sistema de salud que ha traspasado las fronteras para ayudar a otros pueblos, como ocurre con el convenio Cuba- Venezuela en materia de salud a través de las Misiones Barrio Adentro I, II y III. Los médicos cubanos se destacaron en el combate al Ébola en África, aspecto que reconoció Obama en su discurso en el Gran Teatro de La Habana.

 Desde hace muchos años ya venía un clima favorable hacia la flexibilización de algunas sanciones impuestas a Cuba y con Obama se marcó un punto de inflexión. La realidad es que hay intereses económicos cubano- estadounidenses entusiasmados en esto, pues se está abriendo una oportunidad para negocios en distintos ramos. Hasta ahora, la demostración más concreta de intentar flexibilizar el bloqueo ha sido la de posibilitar los viajes turísticos por vía aérea, que otrora se hacían a través de islas Caimán o en triangulación con otros países cercanos. Asimismo, se eliminaron las restricciones para que los cubanos en Estados Unidos puedan enviar remesas a sus familiares en Cuba.

Hay un sector empresarial cubano- norteamericano en ebullición desde hace varios años, que desde Miami y otras partes de Estados Unidos, viene impulsando esta apertura hacia Cuba. Se trata de empresarios que viven entre Miami y La Habana y están viendo distintas oportunidades para hacer negocios. Jon Lee Anderson, conocido por su célebre biografía sobre el Che Guevara, publicó en 2015 en The New Yorker un texto que ha sido replicado por la revista Review del cono Sur en su edición de verano noviembre-diciembre de 2015, intitulado “Cuba abierta a los negocios”, que conviene revisar para darnos cuenta de lo que está detrás de esta flexibilización y cambio de política hacia Cuba. Este texto refiere la historia de Hugo Cancio, un empresario cubano-estadounidense, ex CEO de un holding llamado Fuego Enterprises, que se ha venido encargando de promover una imagen positiva de la isla en suelo norteamericano, a través de medios de comunicación. Obviamente, esta imagen que se intenta proyectar se aleja de lo político-ideológico y se enfoca en aspectos turísticos y culturales.

A esto se añade la efervescencia de los llamados cuentapropistas, como se le conocen en Cuba a aquellos emprendedores particulares que ahora tienen pequeños negocios a partir de la eliminación de restricciones a la iniciativa particular de parte del gobierno de la isla en 2010 e incluso promover la ampliación a la misma como parte del rediseño de la política económica. Obama tuvo un encuentro con algunos representantes de estos trabajadores por cuenta propia o pequeños empresarios que se prevé hagan negocios con empresas estadounidenses.

A partir de todo esto que está ocurriendo y que demuestran que este cambio de actitud hacia Cuba responde a intereses económicos y a oportunidades de negocios que Estados Unidos estaba perdiendo, tomando en consideración que algunos países europeos sí mantuvieron relaciones económicas importantes con la isla, como es el caso de España, ahora caben algunas inquietudes en torno al futuro de Cuba y de los cubanos. Una entrada repentina de Cuba al comercio internacional cambiaría las cosas en ese  país. Se prevé que la eclosión de estos negocios privados que tendrán apoyo financiero de Estados Unidos marque aún más las desigualdades en este país y con ello el advenimiento de una clase económica privilegiada y capitalista.

Sabemos que el germen del capitalismo en Occidente fue precisamente la emergencia de una clase que comenzó a basar su riqueza en la inversión particular y el ahorro, apoyada además del corporativismo: la burguesía. Cabe preguntarse hasta dónde impactarán estos cambios en la ciudadanía de esa nación, que esperamos no ver en unas décadas sumergida en la vorágine consumista en la que viven una buena parte de los ciudadanos de este mundo globalizado y financiarizado por la acción de los polos del poder económico trasnacional.

Primero de Mayo en Cuba. Año 2009. Foto: Fabiola Di Mare

Pareciera que se orienta la isla hacia un país con dos sistemas, como el modelo chino o vietnamita, que valga decir, son capitalistas; de socialistas o comunistas solo conservan sus emblemas. En materia política las cosas seguirán como hasta el momento y en lo económico el Estado ha demarcado cuáles son los sectores que se reservará y en cuáles puede existir la inversión privada.

Cuba ha demostrado que se puede conservar la independencia política y la soberanía para mantener una relación con Estados Unidos. Sin embargo, la política intervencionista de Washington no cesará; ahora hay otro modelo a combatir y eliminar en el continente: la Revolución Bolivariana de Venezuela, hacia la cual pesan sanciones y declaratoria de “amenaza extraordinaria e inusual” a partir de un decreto ejecutivo del propio presidente de Estados Unidos vigente desde el año pasado. Además, pareciera existir una especie de embargo o búsqueda de colapso económico de parte de las trasnacionales, no declarado explícitamente, pero materializado en los hechos.









jueves, 13 de junio de 2013

Como un discípulo del lobo o el rehacerse en la poética




 

Como un discípulo del lobo recrea una cosmovisión sobre la vida y la permanente búsqueda de la dimensión de la existencia. La pregunta por esencia humana se conjuga con las marcas del tiempo, que están en la memoria del poeta y trascienden en el oficio escritural.

El poeta transita en permanente reconfiguración a través del ejercicio de la conciencia para intentar forjar su identidad. En la búsqueda se interroga a sí mismo e indaga sobre un pasado que ahora regresa y va sucediéndose de manera atemporal:  

¿He amado? ¿He vivido? ¿He ganado o he perdido?
No sé. Todo se mezcla a veces y resulto confuso
como una trama en la que se desdibuja el argumento
los hilos centrales de la historia
y es confusa la vida del protagonista
y no sabemos finalmente qué se nos cuenta
ni quién habla
como un payaso salido de la escena
al que se le derrite su maquillaje
y nada sabremos de nada
incluido el final de las pequeñas historias
que no se resuelven
en las que se cruzan tantos personajes
lanzados al azar
de su propio fervor.

En la imaginación transcurren los instantes de una existencia inquieta y soñadora, que se expresa en una poética en la que el autor vuelve sobre los juegos de la niñez, los recuerdos de la madre nutricia y benefactora, los amores furtivos, las fiestas, los amigos, los viajes. Se añora el pasado, pero no como quien prefigura el ocaso, sino para capturar ese instante y hacerlo perenne. Se observa esta idea en el poema “Felicidad”:

¡Ay!, que no se vayan los aplausos
¡ay!, que no se vayan los aguinaldos, las parrandas
los villancicos
las felicitaciones
los regalos, las consideraciones de bondad y bienestar
el cielo restelleante del año nuevo.
¡Ay!, que no se vaya la vida
la bellísima vida de cualquier hoja, insecto, ave
que se quede vibrando siempre todo
alrededor de este milimétrico segundo de felicidad
y de aplausos.

El hilo conductor de la vida en el texto es el amor y sus múltiples gradaciones. El amor inmoderado y pasional; el amor fraterno, de padre, de hijo, de amigo, de hermano, de pareja. El amor y la pasión muestran al poeta escindido: es hombre, es animal o es divinidad. Todo va sucediéndose, alternándose, no hay inmutabilidad y menos en la memoria, que es un transcurrir permanente. Es así como el poeta se busca en la casa de la madre, pero también en el lecho de una amante fugaz; se trata de un hacerse y reconfigurarse en estado permanente.

Hay un constante fluir, una marcha hacia la tierra movible del pasado y del futuro. Como diría Octavio Paz, el presente fijo es una condenación, pues nos encierra en un estado en que, si no es la muerte, tampoco es la vida. De allí que las huellas de una vida plena sean esas marcas de la existencia que retrotraemos, con sus accidentes, derrotas y triunfos.

Yo soy como ropa tendida al aire
pudorosamente exhibida
en su poco de vergüenza íntima
agujereada de sol
y de lluvia
desleída de su primer color
alguna vez, quizás
tanto amor del viento
me hará invisible.

El poeta es genuino, es sí mismo y se reconoce en los otros. ¿Por qué un discípulo del lobo? Es discípulo del lobo porque en él se descubre ansias de depredación, deseos de animalidad, conquista, pecado, tiniebla, voracidad, lujuria, pero al mismo tiempo su poética transmite la fuerza y luminosidad de la existencia.

La pasión y el amor libres, creados desde la palabra, están presentes en el texto poético. La mujer vive desde su exaltación como sujeto erótico y amoroso. También los seres de la alteridad, como las prostitutas y los proxenetas, tienen su espacio en un devenir de relatos desenterrados, anécdotas cotidianas y obsesiones que se transforman en imaginación creadora. En esta invención poética intimista hay una idea latente de la finitud e irreversibilidad, que se interroga y cuestiona; pero al mismo tiempo se rehace la vida y el transcurrir en cada poema, que convierten a Como un discípulo del lobo en testimonios vitales de instantes únicos y a la vez cotidianos.  

Pero el mundo textual que circunda al poeta es su verdadera plenitud y en él se encuentra a sí mismo. La pasión por la palabra lo subvierte; sólo el verbo puede redimir el instante, salvar el recuerdo y hacerlo perdurable. Esa idea en torno al lenguaje se vuelve recurrente en el texto. A continuación se observa esta idea en el poema Palabras I:

El lenguaje es mi altura y mi miseria
como deslumbrantes fantasmas las palabras
se me escurren
obsesivamente las busco
como una misteriosa mujer amada
y no las encuentro
camino tras ellas
imagino tenerlas
y se desvanecen
cuando alguna vez por azar creo poseerlas
tropiezo
nunca sé verdaderamente
a dónde me conducen.

La palabra creadora y la búsqueda de “sorpresivas frases” o el “garabatear en hojas” es la pasión de Douglas Bohórquez. Revive cada día en la página y en la frase luminosa; se encuentra a sí mismo y a los otros en un transcurrir que captura para inmortalizarlo. La poesía es su religión y la libertad amorosa en el verbo su redención.






sábado, 13 de abril de 2013

Poesía, alteridad y pasión

 
 A principios del siglo XX, las élites intelectuales seguían apostando por temas tradicionales. Formas plenas de convencionalismos morales, tendencias tardoromanticistas o sensiblerías superadas era lo que reproducía la prensa oficial, como una manera de ejercer contrapartida a la secularización de la sociedad. 

Ante la hipocresía y gazmoñería de la clase alta, algunos poetas lograron conseguir espacios para el pensamiento disidente. He aquí dos poemas de los mexicanos Antonio Plaza y Juan José Tablada, que expresan el juego de alteridades de la época 1890-1920.

A una ramera
Antonio Plaza

I
Mujer preciosa para el bien nacida,
mujer preciosa por mi mal hallada,
perla del solio del Señor caída
y en albañal inmundo sepultada;
cándida rosa en el Edén crecida
y por manos infames deshojada;
cisne de cuello alabastrino y blando
en indecente bacanal cantando.
II
Objeto vil de mi pasión sublime,
ramera infame a quien el alma adora.
¿Por qué ese Dios ha colocado, dime
el candor en tu faz engañadora?
¿Por qué el reflejo de su gloria imprime
en tu dulce mirar? ¿Por qué atesora
hechizos mil en tu redondo seno,
si hay en tu corazón lodo y veneno?
III
Copa de bendición de llanto llena,
do el crimen su ponzoña ha derramado;
ángel que el cielo abandonó sin pena,
y en brazos del demonio ha entregado;
mujer más pura que la luz serena,
más negra que la sombra del pecado,
oye y perdona si al cantarte lloro;
porque, ángel o demonio, yo te adoro.
IV
Por la senda del mundo yo vagaba
indiferente en medio de los seres;
de la virtud y el vicio me burlaba,
me reí del amor, de las mujeres,
que amar a una mujer nunca pensaba;
y hastiado de pesares y placeres
siempre vivió con el amor en guerra
mi ya gastado corazón de tierra.
V
Pero te ví… te ví… ¡Maldita hora
en que te ví, mujer! Dejaste herida
a mi alma que te adora, como adora
el alma que de llanto está nutrida;
horrible sufrimiento me devora,
que hiciste la desgracia de mi vida.
Mas dolor tan inmenso, tan profundo,
no lo cambio, mujer, por todo el mundo.
VI
¿Eres demonio que arrojó el infierno
para abrirme una herida mal cerrada?
¿Eres un ángel que mandó el Eterno
a velar mi existencia infortunada?
¿Este amor tan ardiente, tan interno,
me enaltece, mujer, o me degrada?
No lo sé… no lo sé… yo pierdo el juicio.
¿Eres el vicio tú? … ¡adoro el vicio!
VII
¡Ámame tú también! Seré tu esclavo,
tu pobre perro que doquier te siga;
seré feliz si con mi sangre lavo
tu huella, aunque al seguirte me persiga
ridículo y deshonra; al cabo… al cabo,
nada me importa lo que el mundo diga.
Nada me importa tu manchada historia
si a través de tus ojos veo la gloria.
VIII
Yo mendigo, mujer, y tú ramera,
descalzos por el mundo marcharemos;
que el mundo nos desprecie cuando quiera,
en nuestro amor un mundo encontraremos.
Y si, horrible miseria nos espera,
ni de un rey por el otro la daremos;
que cubiertos de andrajos asquerosos,
dos corazones latirán dichosos.
IX
Un calvario maldito hallé en la vida
en el que mis creencias expiraron,
y al abrirme los hombres una herida,
de odio profundo el alma me llenaron.
Por eso el alma de rencor henchida
odia lo que ellos aman, lo que amaron,
y a ti sola, mujer, a ti yo entrego
todo ese amor que a los mortales niego.
 (...)


Misa negra
José Juan Tablada
¡Noche de sábado! Callada
está la tierra y negro el cielo;
late en mi pecho una balada
de doloroso ritornelo

El corazón desangra herido
bajo el cilicio de las penas
y corre el plomo derretido
de la neurosis en mis venas

¡Amada ven!…¡Dale a mi frente
el edredón de tu regazo
y a mi locura dulcemente,

lleva a la cárcel de tu abrazo!

¡Noche de sábado! En tu alcoba
hay perfume de incensario,
el oro brilla y la caoba
tiene penumbras de sagrario.

Y allá en el lecho do reposa
tu cuerpo blanco, reverbera
como custodia esplendorosa
tu desatada cabellera.

Toma el aspecto triste y frío
de la enlutada religiosa
y con el traje más sombrío
viste tu carne voluptuosa.

Con el murmullo de los rezos
quiero la voz de tu ternura,
y con el óleo de mis besos
ungir de diosa tu hermosura.

Quiero cambiar el grito ardiente
de mis estrofas de otros días,
por la salmodia reverente
de las unciosas letanías;

Quiero en las gradas de tu lecho
doblar temblando la rodilla
y hacer del ara de tu lecho
y de tu alcoba la capilla…

Y celebrar ferviente y mudo,
sobre tu cuerpo seductor,
lleno de esencias y desnudo
¡la Misa Negra de mi amor!




Ilustraciones: Melecio Galván.

jueves, 11 de abril de 2013

El rol de la mujer en la prensa venezolana del siglo XIX



En el siglo XIX, la prensa venezolana se convirtió en el vehículo primordial para fomentar valores de ciudadanía, orden, paz y adelanto cultural. Estos valores se ajustaban a los ideales de la élite intelectual, que intentaba propiciar la construcción y consolidación de la nación.

Esa preocupación es constante en la mayoría de las revistas decimonónicas venezolanas. Entre las más importantes se pueden señalar La Oliva (1836), El Liceo Venezolano (1842), El Repertorio (1845), El Patriota (1846), El Museo Venezolano (1865), El Zulia Ilustrado (1888), El Cojo Ilustrado (1892), entre otras. Algunas de estas publicaciones, especialmente las tres últimas, se caracterizaron por su elegante presentación visual, así como también por la profusa reproducción de folletines o novelas por entregas, poesía y demás formas ligadas al romanticismo más sensiblero.

Los textos de influencia romántica publicados en la prensa literaria del periodo decimonónico contribuyeron a consolidar una imagen tradicional de la mujer, que asociaba al sujeto femenino con ideas ligadas a convenciones morales. La poesía romántica y parnasiana se dedicó de manera frecuente a relacionar a la mujer con virginidad, belleza, flores, aves, divinidad celestial, pureza y amor.

Del mismo modo, las novelas de folletín asociaban comúnmente a la mujer con ideas de pasión, sentimiento, venganza, ira, traición, vanidad, irracionalidad. A los personajes masculinos, por el contrario, se les mostraba fuertes, racionales, reflexivos. Para que no se entienda esto como una generalización, debe enfatizarse que los folletines eran narraciones sumamente estereotipadas, de estructura lineal, cuyos relatos y peripecias tenían como objetivo fundamental encauzar valores morales, promover la educación y el entretenimiento de un público medio.

Para mostrar los avances de la modernización cultural de la nación, se hacía necesario cuidar los comportamientos sociales. De allí los manuales de urbanidad que comenzaron a proliferar en esa época, siendo uno de los más conocidos el Manual de Carreño.  En este sentido, la vestimenta femenina permitía a las distinguidas familias demostrar su capacidad de transmitir una lujosa apariencia, como prueba de la urbanidad y de las transformaciones que venían suscitándose en el seno de la vida social.

Al igual que lo hicieron diversas publicaciones periódicas en el continente, las páginas de la revista El Cojo Ilustrado, por citar unas de las más importantes, manifiestan una especial preocupación por demostrar el uso de las modas y los adornos –mayormente femeninos, pero sin dejar de lado la elegancia masculina- como un aspecto que permite juzgar el estado civilizatorio de la nación. De esta manera, se reproducían los cuerpos simbólicos de una ciudadanía que se encauzaba dentro de los parámetros europeos. La urbanidad y la vestimenta serían dos elementos vinculados, que posibilitarían, por un lado, ampliar la base de lectoras femeninas, y por el otro, legitimar el proyecto nacional a través de la esfera doméstica, gracias al interés que los artículos de moda originaban en las lectoras. 




En ese sentido, la mujer estaba en la obligación de demostrar el adelanto cultural de la sociedad a través del vestir, objetivo que se intenta alcanzar con la difusión de los fotograbados de mujeres que lucían atuendos suntuosos.

El vestir y el cuidado corporal femenino eran aspectos que se asociaban con sus deberes conyugales y familiares, pero también se vehiculaba con el rol de la mujer como metáfora de la nación, es decir, como signo de ciudadanía. A estos textos se unen los continuos fotograbados de mujeres elegantes, cuyo candor y belleza física se hiperbolizaba. Ellas lucían sus lujosos atuendos, sudando a chorros en el trópico, pero satisfechas porque sus vestimentas se usaban en París.


En el periodo finisecular, para afianzar la idea de modernización cultural, la intelectualidad utilizó al sujeto femenino como “vitrina de exhibición” de la sociedad. En ese orden, al atuendo elegante no podía faltar el comportamiento adecuado a las normas de urbanidad, que se lograrían mediante una educación reducida a inculcar valores de moral y buenas costumbres.

La idea del “bello sexo” que circundó en torno a la prensa del siglo XIX, vinculada con el establecimiento del sistema capitalista y la cultura moderna, se correspondió con una imagen muy tradicional y hecha lugar común en la época, que proyectaba a la mujer como un ser pleno de candor, ingenuidad, dulzura, sumisión y obediencia. Esta concepción de la mujer de las clases superiores, exentas de trabajo, las dispuso a dedicarse al embellecimiento corporal, al maquillaje, a la utilización de joyas y a emprender todo tipo de cuidados para agradar a sus maridos y servir de espejo civilizatorio.

La mujer debía prepararse para el matrimonio, y por ende, para la relación conyugal, quedando relegada al ámbito doméstico y a la fidelidad sexual. Como pieza fundamental del núcleo familiar, se le daba importancia a su formación y educación, pero con ciertos límites, para garantizar la correcta crianza de los hijos. Asimismo, la instrucción femenina también tomó un valor significativo, porque redundaría en la correcta formación pedagógica de niños y jóvenes.

La igualdad de la educación entre el hombre y la mujer desvirtuaba el orden patriarcal naturalizado, que confinaba de manera exclusiva a la mujer a las actividades domésticas de cuidado y educación familiar.  Para la intelectualidad del momento, la mujer se debía ceñir al ámbito privado e íntimo (del hogar, específicamente), mientras que el hombre estaría a cargo de las actividades públicas y de notoriedad social.



Es así como en la prensa del siglo XIX se construyó un horizonte ideológico que estableció roles y pautas de comportamiento. De acuerdo con estas convenciones morales que se fueron naturalizando, la mujer estaba confinada a otro lugar, a otro tiempo, el del amor, la naturaleza y el sentimiento, ajena a las preocupaciones cotidianas de los hombres, a quienes les asiste la razón para conducir los destinos de la ciudadanía.

En concordancia con estas ideas, las revistas del momento mostraron una iconografía que precisaba los roles masculino y femenino en la vida social, de acuerdo a valores tradicionales. El hombre estaba destinado a la cosa pública, mientras que la mujer podía figurar solo por  sus aptitudes artísticas (destacan pianistas, sopranos, escritoras y actrices de teatro).

De acuerdo a esto, el rol de la mujer en la política se circunscribe a su influencia dentro del espacio doméstico y al papel secundario que se le permitía de servir de apoyo y estímulo moral al hombre. La mujer era considerada un ser preso de arrebatos sentimentales, incapaz de dominarse y de ejercer la razón como para confiarse sobre ella aspectos que solo se consideraban menesteres de los hombres. Se le mostraría como un sujeto decorativo y pasivo en la sociedad, frente al papel activo del hombre.

Debe agregarse que no fueron pocos los debates en torno al papel femenino en la época decimonónica, lo cual deja entrever una preocupación de la intelectualidad de ese momento ante los cambios que en esta materia se estaban gestando, como parte de las transformaciones sociales y políticas que se propugnaban en las sociedades del mundo moderno.

La época de fin de siglo XIX fue una etapa de transición y de cambios, que preparará a la floreciente ciudadanía venezolana para ingresar en la acelerada dinámica mundial de la centuria venidera. Aspectos que tienen que ver con el culto a la belleza y al cuidado corporal femenino en la época decimonónica, limitado en ese momento solo para la clase alta, advierten la efervescencia del ideal estético que posteriormente se masificará en el siglo XX con la influencia de las industrias culturales o massmediáticas, que exacerbarán aún más la belleza femenina a través de esbeltas modelos del cine y la televisión.




Por: Fabiola Di Mare.

Fotografías tomadas de El Cojo Ilustrado.








viernes, 7 de diciembre de 2012

La estética: nueva forma de violencia contra la mujer


Esther Pineda G.*

Tradicionalmente cuando se aborda la temática de la violencia contra la mujer, con frecuencia la atención es concedida de manera predominante a la violencia física, verbal y psicológica, fundamentalmente ejercida por el hombre. También resaltan las otras 16 formas de violencia tipificadas en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Entre estas la violencia sexual, laboral, institucional y otros delitos cometidos contra la mujer, representaron el 12% de las solicitudes ingresadas en el Ministerio Público durante el año 2011.

No obstante, nuestras sociedades contemporáneas experimentan una sociopatía, es decir, una enfermedad social, pues la violencia se ha complejizado, diversificado, masificando e institucionalizado progresivamente. Las mujeres son víctimas de una forma de violencia poco atendida y no tipificada en la normativa jurídica de los países de la región latinoamericana y caribeña, que ha alcanzado grandes proporciones y ha cobrado la vida de una multiplicidad de ellas.

Esa referida agresión es la violencia estética, la cual es de orden psicológico pero que tiene efecto en el aspecto físico de las mujeres, es decir, impacta su subjetividad y también sus cuerpos, pues en nuestra forma de organización social. La belleza se ha establecido como elemento constitutivo de la identidad y valoración femenina, lo cual además posibilita que la sobre valoración estética del cuerpo y los estereotipos de belleza se consoliden como agresión y promoción de futuras y diversas formas de violencia.

La violencia estética se inicia con el proceso de definición de manera arbitraria de modelos y patrones de belleza mediante el imperialismo cultural, donde el principio eurocéntrico monopolizó “lo bello” y lo estético como condición natural de Europa. A partir de ahí fue introducido en el imaginario colectivo que toda forma fisionómica, fenotípica y corporal distinta a la europea es anti-estética, siéndole atribuidas características grotescas, discordantes y no armoniosas.

Además, la violencia estética se materializa en la promoción por parte de los medios de comunicación y difusión masiva, a través de su programación, así como en la industria de la moda, del cine, la música y el mercado cosmético de unos cuerpos femeninos “perfectos”. Se trata de cuerpos ficticios, irreales, fabricados a través de múltiples cirugías y modificaciones corporales invasivas, que se han incrementado en un 80% durante los últimos 20 años.

En este contexto, Venezuela ocupa el lugar número 17 de los 25 países con mas cirugías estéticas del mundo, según una investigación realizada por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica. Entre estas destaca la liposucción realizándose 35 mil 562 procedimientos en el país durante el año 2010 seguido de los implantes de seno, de los cuales se realizan aproximadamente 30 mil al año a pesar de los riesgos asociados a este tipo de intervenciones.

En el mercado capitalista cuando de ganancias se trata los riesgos son ignorados. En dicho mercado los cuerpos ficticios son concebidos como ideales, como un deber ser, un patrón a seguir, y donde las particularidades físicas de las mujeres son denominadas “imperfecciones”, que de acuerdo a los criterios de belleza reproducidos y transmitidos, necesariamente han de ser intervenidas y suprimidas, o en el menor de los casos corregidas.

La violencia estética también se hace manifiesta cuando los hombres desvalorizan la naturalidad del cuerpo femenino, y asumen como criterio de valoración de belleza femenina el canon impuesto por el sistema. Es violencia estética cuando los hombres, esposos, padres, compañeros, novios, hermanos y amigos, promueven en las mujeres que forman parte sus vidas, la transformación de sus cuerpos para lucir más atractivas. El hombre al enfrentarse a la realidad se siente defraudado y reclama a la sociedad esa muñeca de perfectos rasgos y medidas exactas que le ha sido prometida por el mercado capitalista, manifestando su frustración en la frecuente descalificación, humillación y critica hacia la imagen y apariencia física de la mujer por no lucir como es promovida por los medios. Por ello un alto porcentaje de mujeres que se someten a procedimientos estéticos lo hacen por la solicitud de algún hombre, con el cual mantiene una relación sexo-afectiva.

El mercado de la salud también ejerce violencia estética, a través de médicas y médicos inescrupulosos que perciben a las mujeres como objetos, clientes y negocio. Es violencia estética cuando los profesionales de la salud realizan procedimientos en condiciones inadecuadas, introducen en los cuerpos de las mujeres sustancias como los biopolímeros, pese a la prohibición de la administración de dicha sustancia desde el año 2011 por parte del Ministerio del Poder Popular para la Salud, por su alta peligrosidad. Sin embargo, se estima que en el país alrededor de 30 a 40 mil mujeres venezolanas se han inyectado biopolímeros.

También nos encontramos frente a casos de violencia estética cuando las mujeres no son informadas detalladamente, por sus médicas y médicos, asesoradas y advertidas acerca de los riesgos asociados a la realización de procedimientos quirúrgicos o ambulatorios dirigidos a modificar su imagen. Es violencia estética la implementación de instrumentos inadecuados, utilizar materiales vencidos, así como la reutilización de implantes para abaratar los costos e incrementar sus ganancias a costa de la integridad física de las mujeres. Ante esta situación el Ministerio del Poder Popular para la Salud ha realizado más de 5 mil inspecciones a establecimientos donde se practican este tipo de procedimientos y ha cerrado aproximadamente 200 por las irregularidades presentadas.

A pesar de esta situación, no podemos obviar la responsabilidad de la mujer en este hecho. Hacerlo supondría la reproducción del esquema interpretativo patriarcal, en el cual la mujer se considera y define como ser pasivo, desprovista de autonomía e independencia. Por esta razón, fundamentalmente es violencia estética aquella que ejercen las mujeres contra sí mismas, al evaluarse y valorarse a partir de los criterios impuestos por un mercado capitalista que ha cosificado, mercantilizado y comercializado sus cuerpos. Es violencia estética la que cometen las mujeres contra sí al someterse a cirugías invasivas, restricciones alimentarías, procedimientos agresores de su integridad y su naturaleza, así como a todo el conjunto de elementos constitutivos de la tiranía de la belleza, como medio de adecuación a la expectativa social estética y estereotípica de la sociedad. Es violencia estética la que ejercen las mujeres contra sí mismas al borrar su identidad, sus particularidades y someter sus cuerpos al molde impuesto de la belleza. Es violencia estética el renunciar a quienes son, al invisibilizar su historia escrita en sus cuerpos, en sus kilos, en sus marcas, la violencia de borrar su unicidad.

Este tipo de violencia generalmente pasa desapercibida dado que la violencia contra la mujer se encuentra naturalizada. Aunado a ello, está el hecho de que las mujeres asumen esta forma de violencia como ajena, como algo que no puede afectarles directamente. Este es uno de los múltiples elementos que ha dificultado la intervención social con propósitos de revertir la situación de violencia estética.


*La autora es socióloga.
estherpinedag@gmail.com

Publicado en: diario Ciudad CCS
05/12/2012
http://www.ciudadccs.info/?p=359955


domingo, 25 de noviembre de 2012

25 de noviembre: Día Internacional de la NO Violencia contra la Mujer. ¿Dónde están las mujeres víctimas de violencia?

María Fabiola Di Mare Linares*

Publicado en: www.palabrademujer.wordpress.com

A propósito de este día, conviene reflexionar y cuestionar el lugar que han tomado las luchas de género en nuestra sociedad. Asimismo es una oportunidad propicia para referirnos a la necesidad de seguir cuestionando los esquemas de producción y reproducción de sentidos, que siguen contribuyendo con la creación de una imagen-objeto en torno a la condición del ser femenino.


Actualmente, la militancia activa feminista mantiene su ímpetu y lucha para que cada vez más mujeres tomen conciencia en torno a la necesidad de romper con los patrones de poder y desigualdad, los cuales han generado la división sexual del trabajo a través de la naturalización de roles (femenino y masculino) que son producto de una construcción social que condiciona patrones de comportamiento, tareas y acciones en función del sexo con el cual la persona nace.

Hoy en día esta lucha ha tenido una trascendencia como nunca había ocurrido en épocas precedentes en Venezuela. Se han creado condiciones desde el punto de vista jurídico e institucional, formal, en aras de reivindicar y proteger a la mujer frente a la violencia machista del patriarcado, que sigue fuertemente arraigada con terribles estragos en nuestra sociedad.

Sin embargo, los avances del Estado venezolano en lo jurídico e institucional formal, para enfrentar la violencia contra la mujer, no nos está indicando que realmente nos estemos acercando a la liberación de la mujer de las ataduras del machismo y su carga de violencia.

La mujer, maltratada y víctima de violencia de género en Venezuela, se autoexcluye o ha sido excluida de su activismo presencial en esta lucha histórica, que sigue siendo llevada adelante sólo por los colectivos feministas y alguno que otro organismo gubernamental con sus campañas.

En ese sentido, la vocería en presencia pública en torno a la violencia de género no la llevan a cabo las propias mujeres víctimas de la violencia de género. A partir de aquí surgen diversas interrogantes: ¿dónde están las mujeres víctimas de violencia?, ¿por qué no hablan?, ¿hay verdaderos esfuerzos desde los colectivos y sectores feministas, desde los organismo gubernamentales, para otorgarles voz?

Aunque se entiende que la propia sociedad y su orden formal ha creado sus aparatos de coacción que inciden en el temor que tienen las mujeres maltratadas y vejadas por el machismo a denunciar y hablar desde su propia experiencia, la tarea impostergable debería orientarse a impulsar el activismo en pro de la transformación de las viejas estructuras patriarcales para incluir y darle voz a las excluidas de vocería pública, víctimas de la violencia: en los barrios, en diversos espacios sociales, y que se mantienen calladas y sumisas frente a la injusticia y la desigualdad con respecto a los hombres, cuyo testimonio se desconoce en el espacio público.

De la violencia simbólica a la violencia física

Ahora bien. Cuando se trata el tema de la violencia contra la mujer, por lo general se le otorga mayor importancia a la violencia física. No obstante, existe otro tipo de violencia: la violencia simbólica, que está enraizada en matrices de pensamiento o en percepciones tomadas como universales y fijas, que hacen mucho daño a la mujer.

No se trata en este caso de minimizar el daño que produce la violencia física, ni negar el hecho de que existen mujeres golpeadas, violadas, explotadas y humilladas, sino que el orden simbólico ha mantenido a la mujer dominada y ceñida a las ataduras de poder impuestas por el machismo en la sociocultura, que preceden al uso de la fuerza.

Dentro de este proceso han tenido una poderosa contribución instituciones como la familia, la iglesia, la escuela y el Estado. Basta señalar la enorme carga de culpabilidad, discriminación y control que sobre la mujer ha impuesto la iglesia católica, una institución profundamente patriarcal.

Como lo explicó Pierre Bourdieu (2000) en su texto La dominación masculina, la violencia simbólica ha hecho que la propia mujer se autodenigre, reproduzca y asimile las categorías de dominación que proceden desde los dominadores.

Es así como la mujer ha instituido su propia subvaloración, como lo es una constante dificultad para aceptar su cuerpo, en aras de reproducir un estereotipo de belleza o de la moda, que la ha cosificado, la ha convertido en un objeto para el otro.

¿Cuerpo para sí misma o para el otro?

En el marco de la violencia simbólica, la mujer ha sufrido un proceso de inseguridad corporal, en el que ha marcado distancia entre el cuerpo real y el cuerpo ideal, siguiendo con ello los estereotipos de la belleza fabricados desde las industrias culturales, acercándose insistentemente a un modelo estético artificial.

Para muestra, de manera alarmante se puede observar como en Venezuela, así como en diversos países de la región y del mundo, se ha disparado la tasa de cirugías estéticas, principalmente de implantes en senos y glúteos, a través de cuyos procedimientos quirúrgicos las mujeres persiguen un ideal de belleza machista, promovido desde los medios de comunicación, con consecuencias muchas veces trágicas.

Algunos podrán pensar que este tipo de intervenciones estéticas se hacen de manera voluntaria y corresponde con el derecho libre que tienen a hacer y decidir sobre su cuerpo. Pero, ¿a qué ideal están respondiendo estas mujeres?, ¿acaso no están demostrando la asimilación de un esquema de dominación androcéntrico que las lleva a convertirse en objeto de deseo para el hombre?

En la subvaloración que hace la mujer sobre sí misma y sobre su cuerpo, han tenido una carga enorme la publicidad y las industrias culturales, que de manera sutil siguen reproduciendo expresiones machistas, a través de piezas publicitarias que utilizan a la mujer para promocionar artículos de belleza y estética, bebidas alcohólicas, productos para el hogar, higiene y cuidado o artículos sexuales, con lo cual, se maneja una percepción que la enclaustra en estereotipos convencionales. Es así como se muestra en los espacios publicitarios a la mujer preocupada por su imagen, por la casa, por los hijos, por su pareja, pero no por sí misma.

Desafortunadamente, erradicar estos esquemas que frenan la emancipación de la mujer no pasa por la preocupación o esfuerzos desde el Estado, la familia, la escuela o un cambio de comportamiento de parte las empresas de comunicación e información. Esas transformaciones serían significativas; pero es sólo la consciencia de la mujer como individuo y colectivo lo que le permitirá superar el profundo daño de la violencia simbólica y sus terribles consecuencias físicas.

*Lic. en Comunicación Social. Actualmente ejerce la docencia en la carrera de Comunicación Social, Universidad de los Andes, Núcleo Trujillo, Venezuela
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lunes, 19 de noviembre de 2012

¿Enseñar filosofía o enseñar a filosofar?



A menudo, en las universidades se ha vinculado a la filosofía con una escuela de pensamiento o un movimiento determinado, y por ende, cada movimiento o escuela conlleva una enseñanza específica. De allí que, la manera de concebir la filosofía influye en su enseñanza. Como práctica didáctica general, se ha hecho de la filosofía un ejercicio de transmisión frío de un conocimiento acabado, perteneciente a una tradición. 

Cabe aquí citar el reto de Kant, a propósito de la pregunta por la filosofía: "no se puede enseñar filosofía, lo único que se puede hacer es enseñar a filosofar". Se entiende a partir de este planteamiento que la filosofía va más allá del amor al conocimiento y el hecho de comprender los aportes de Sócrates, Platón, Aristóteles, Hegel, Heidegger, Nietzsche, Gadamer, entre otros, sino que requiere una experiencia crítica del pensar, desde sí y desde los otros. Más allá de la preocupación por la formación, filosofar está en el hecho de preguntarse, revisarse, replantearse y cuestionarse, especialmente en torno a aquellas ideas que creíamos fijas y ciertas. 

A propósito de esta necesidad de propiciar la inquietud del sí y el pensamiento crítico, que debe producirse desde nuestros propios contextos sociales y culturales, quiero referirme al trabajo del profesor de filosofía de la Universidad de Buenos Aires, Darío Sztajnszrajber, conductor del programa de televisión Mentira La Verdad, que se transmite a través del canal Encuentro, señal educativa del estado argentino. 

La propuesta de dicho programa se aproxima a la generación de una conciencia crítica del ser, de lo que somos, que se hilvana con contextos sociales actuales, alejada de la teoría abstracta a la que generalmente se circunscribe la enseñanza de la filosofía en las cátedras universitarias. Programas como Mentira La Verdad demuestran que el amor por el saber no es suficiente en la filosofía, puesto que es necesario el amor a conocerse, a aprenderse, a interrogarse. Precisamente, el conductor de este programa, más allá de transmitir un conocimiento, se dedica a propiciar la inquietud y el amor por el preguntarse. 

A través de un medio de difusión masivo, como la televisión, y mediante un formato fresco y creativo, desde este programa se apuesta por generar conciencia crítica en el espectador, que debería inquietarse frente a las interrogantes que cada capítulo propone en torno a temas como el amor, la felicidad, el poder, la amistad, la muerte, la belleza, el alma, entre otros. En el siguiente link pueden encontrar capítulos de la primera y segunda temporada de este programa http://sicarioinfernal.blogspot.com/2012/07/Mentira-La-Verdad.html 

El conductor de este programa de televisión, también cuenta con un espacio radial semanal. Esta semana, Darío Sztajnszrajber hizo una reflexión sobre la (in)tolerancia, con énfasis en el contexto político argentino, pero que bien puede adecuarse para el caso venezolano. Para escucharlo, haz clic en el siguiente enlace:  Darío Sztajnszrajber: La Tolerancia